El color amarillento de las 24 pilastras de concreto por debajo del puente podría sacar la atención del infierno de bocinas y gente gritando que uno encuentra en ese lugar, infelizmente, no lo hace. De un lugar que salen titulares como “Universitaria fue cortada en los glúteos por sujeto en el Puente Primavera” o noticias casi a diario de robos o accidentes, uno estaría intimidado de siquiera acercarse. Irónicamente el puente localizado en la décima quinta cuadra de la Avenida Primavera, y cruzando la Panamericana Sur, es uno de los actores más fundamentales en la vida de miles de universitarios y habitantes de Surco y región.
Como extranjero, siempre estuve acostumbrado al tráfico pesado en hora punta y nunca me resultó problemático esperar. No estaba preparado para encontrar lo que viviría en Lima desde mi venida. Aparenta que los limeños, aparte de tener un libro no escrito de sus propias reglas de tránsito, este que solo ellos mismos entienden, tienen algún tipo de pasión por el uso de la bocina, el cual solo me puede hacer acordar a la India. El claxon, como lo llaman aquí, es una herramienta de uso casi continuo. ¿Me cerraron el camino? BIIIII ¿Estoy cruzando una calle con signo de pare en la esquina, al cual no respete? BIIIII ¿Estoy apurado y quiero que me dejen pasar, mismo sabiendo que esto es casi imposible? BIIIIIIIII. Claro, que esta situación se aplica a cualquier zona: hospitales, colegios, universidades. Poco es el respeto cuando uno está apurado ¿no? Tan nociva es esta práctica que existen multas por el uso “innecesario” de la bocina previsto en el Reglamento Nacional de Tránsito de S/. 162, al cual cabe indicar que, si es que se llega a aplicar la multa, y el infractor paga en un plazo de máximo cinco días, tendrá un descuento de 82%, resultando en una multa de S/. 27,54 por usar indebidamente el claxon.
Ahora, imagínese usted, en uno de los puntos de mayor tráfico del distrito de Surco, en hora punta, con decenas de combis intentando sacar el máximo de sus vehículos, astutos choferes que se meten en lugares antes inimaginables y, obviamente, el indispensable uso del claxon por parte de tanto las propias combis como de los autos personales de personas apuradísimas e indignadas por la manera con la que todos conducen. Cacofonía es la única palabra que creo que lo describiría de manera impecable.
-Es la manera que encontramos de llamar la atención de los choferes, aunque sinceramente no creo que les importe — Dijo Ernesto Velit, universitario perteneciente a la Universidad de Lima, que, según el propio, infelizmente es obligado a pasar por ese punto todos los días en camino a clases.
Otro punto curioso que yo, personalmente, jamás había visto en ningún otro país es el sistema al que utilizan los cobradores para encontrar pasajeros para sus respectivos vehículos. Mientras el chofer sigue adelantando e intentando meterse en el principio de la fila, actividad que no muy raramente resulta en discusiones algunas veces acaloradas por parte de los propios choferes, el cobrador está en la parte de afuera del carro, a veces colgando, a veces parado en la vereda, gritando con todos sus pulmones hacia donde va el carro y a cuánto se vende el pasaje que varían normalmente entre S/. 0,50 y S/. 1,50. Lima es la ciudad de América Latina con mayor número de vehículos de transporte público, y según Peru21 en un articulo de 2013, más de 31,500 combis “ahogan” las vías de Lima.
Volviendo dos párrafos. Ahora, imagínese usted, junto a la extraordinaria sinfonía de bocinas agrégale gritos apasionados de los cobradores de 31 mil carros. Es una locura.
El puente en sí sigue una estructura compleja. Tres vías de cada lado, agregándole una para la parada, llegando a un total de ocho carriles divididos principalmente por un cantero de pasto y piedras y 24 pilares, 12 de cada lado, sin contar la parte de arriba, de esta vez en la Panamericana Sur donde existen otra vez ocho carriles más en la perpendicular a los de abajo. Cuatro escaleras, una en cada extremo, serían la manera perfecta de hacer con que las personas crucen de un lado a otro de las pistas, pero otra vez no es así. Por algún motivo, los peatones insisten en meterse por el medio de los carros, sin ningún tipo de faja peatonal, semáforo, señal de pare, nada. Por este motivo, de manera casi diaria, accidentes involucrando peatones y vehículos ocurren bajo y sobre el puente.
En horas punta, desde la Av. Velasco Astete hasta la Av. La Encalada es el verdadero caos. Un trecho de un poco más de un kilómetro, lo que se haría en no más que cinco o seis minutos en auto, se vuelven tediosos 20, 30 o, por experiencia propia, 35 minutos, lo que invocan las ancestrales ganas de mandar todo lejos e ir caminando hasta la próxima parada, operación que, por veces, irónicamente ahorraría tiempo.
- ¿Como usted empezó a trabajar con esto? — preguntó a Omar Flores, chofer de una de las decenas de combis que pasan por el trayecto incontables veces por día.
- Manejo hace años, y siempre me ha gustado mucho, por más del estrés del tráfico de todos los días. Aparte creo que manejo muy bien y nadie nunca me ha reclamado nada. — respondió risueño, y, realmente, su vehículo no tenía rastros de raspones, abolladuras, hundimientos y ningún otro tipo de deformaciones.
El señor que a lo mejor tenía unos 45 o 50 años, dijo que manejaba esa misma combi a por lo menos unos 15 y que no pensaba en volver a su vida de operario en fábricas.
-Veo que no hay rastros de accidentes en su combi, pero ¿Alguna vez ya se involucró en algún tipo de accidente?
-¡Yo nunca! Pero ya he visto varios. Muchos conocidos ya se accidentaron feo, incluso con muertes, ya atropellaron personas y animales, pero yo, por suerte, jamás.
Realmente, durante el primer trimestre de 2018, según la Policía Nacional, se reportaron 20,082 y en el año de 2017 un total de 55,504, de los cuales más de 40% se veían involucrados vehículos de transporte público. Aparte de eso casi 50 mil papeletas de exceso de velocidad y ebriedad del conductor.
De cualquier manera, muchos de los problemas de tránsito en Lima son atribuidos a la falta de señalización o mismo a la policía de tránsito, que, según varios conductores, más dificultan la conducción que ayudan. En relación a eso, dicen que la policía no sabe cómo manejar el tráfico y lo hace lento e ineficaz. Solo unas cuadras más arriba de la propia Avenida Primavera, está Av. La Encalada, sujeto de muchas reclamaciones por parte del público. ¿Qué pasa en La Encalada? Son semáforos aparentemente son inútiles, porque sean las seis de la mañana o las cinco de la tarde siempre hay un policía ahí abanando su brazo y sonando su pito para que este o aquel pase en su debido tiempo, pero, dan más o menos tiempo que el propio semáforo establecido, generando tráfico y lentitud. ¿Por qué hacen eso? Según los propios oficiales es para mejorar la gestión de vehículos para cada línea.
-Estando acá, facilitamos con que el tráfico fluya de mejor manera. — Respondió la oficial de policía cuando le pregunté.
Pero frente a eso me pregunto, ¿para qué sirven los semáforos?
El último de los factores del caos diario en el puente es: la gente. Son miles y miles de personas que pasan diariamente por debajo o sobre el puente. Gente que muchas veces pasa sin prestar mucha atención, con sus auriculares o mismo usando sus celulares de manera con que el mundo a su vuelta prácticamente no existe. Suben y bajan de carros, la mayoría de las veces preparados para subirse a otros lo que posibilita la acción de personas de no muy buenas intenciones, esto es: ladrones, acosadores, etc.
No es raro escuchar que se le acoso sexualmente a una chica en el colectivo, o que se le robo el celular a un pobre peatón desavisado. De hecho, en los últimos tiempos, esta segunda viene creciendo cada vez más. Con una creciente ola de violencia en Surco, el Puente Primavera se vuelve un blanco perfecto para los asaltantes. He escuchado casos de personas que usando su celular cerca de la ventana de las combis o autobuses vieron una mano rápidamente atravesando la ventana abierta y atrapando su aparato en frente a sus ojos. De manera que al salir del colectivo el asaltante ya se encuentra lejos. Nunca más verá su celular este pobre ciudadano. O también, los incontables casos de hurto, donde la persona pone sus cosas en el bolsillo, y cuando se da cuenta, ya no están. Aun así, los peores casos son los de asalto en sí, los que también, infelizmente, no son raros.
Me mude a Lima hace solamente un año y medio, pero todos estos problemas no son nada nuevos. Muchos de estos inconvenientes se arrastran desde la longincua época del japonés en el poder, y la mayoría siguen sin resolverse como se puede ver en el libro de Pedro Morillas, País Combi, del 2012 -HACE 7 AÑOS- el cual narra los problemas como si lo estuviera escribiendo hoy en dia. ¿No le parece familiar? Este habla de las autoridades municipales y sus (in)competencias que en diversos casos se ven reflejadas en varios puntos de la sociedad, como se ilustra perfectamente en el tráfico. Autorizan obras en vías sin un plan secundario para el desvío, que genera mas trafico, mas gritos, mas uso de la bocina… en general, más caos. Al mismo, tiempo las personas a las que se le debería respetar, la fuerza policial, te deja salir de cualquier tipo de problema por 20 lucas por debajo del brevete. Las personas no tienen miedo a ser imprudentes porque saben que aún más imprudentes frente la ley son los propios policías. Sin contar los imbéciles que al no querer pagar la multa llevan todo lo que tengan delante, sean estos objetos, conos o los propios policías, el cual genera aún más tráfico al final.
No me entienda mal, he estado hablando mal del puente por unos 15 párrafos hasta ahora, pero esta también ayuda muchísimo a los ciudadanos. Es la mejor forma de llegar al centro o al cono norte para las personas que viven en Surco, Surquillo, Monterrico, etc. Dos carros y por lo menos estarás relativamente cerca a tu destino final. Por más que exista un caos casi institucionalizado sobre el puente, sigue siendo, como dije párrafos atrás fundamental para la vida de miles de estudiantes, trabajadores y personas en general, ya que provee una alternativa barata al tráfico “exótico” de Lima que, de una manera u otra, te hace llegar a tu destino de manera relativamente rápida si comparada a un coche personal.