Las Montañas No Se Recordarán de Mí
Ví un video hoy de un youtuber que acompaño hace bastante tiempo que movió algo adentro mío. El video se llama “The mountains won’t remember me” de Peter McKinnon, y trata sobre un viaje que él y unos amigos hicieron a Banff, un pueblito minúsculo cerca de Calgary, Canadá, con el objetivo de sacar unas fotos y videos - son fotógrafos y filmógrafos profesionales así que tiene sentido – y mostrar la evolución no solo de uno mismo como persona, pero de sus habilidades y voluntades hacia el presente y el futuro. En el vídeo – que incluso lo recomiendo que veas – Peter habla, en más de una ocasión, sobre cómo el mundo y la internet están llenos de envidia y narcisismo, y bueno, eso es claro, no falta la vez que entras a Facebook o Instagram y ves la foto de tu amigo sonriendo con una cerveza en la mano, como si fuera la persona más feliz del universo, pero tú sabes que, en realidad, esa foto fue de hace más un año y que esta misma persona no se encuentra en el mismo estado del que estaba cuando se tomó esa misma foto, ¡no! En verdad anda mal, muy mal, pero aun así hizo su publicación con una frase potente, por algo que no podría describir sin mencionar la tan temida necesidad de atención.
Esta situación es cada día más normal por más que no quieras creerlo. Me ha pasado a mí, más de una vez, a ti, a todos nosotros. Publicamos la única de las 764 fotos que nos quitamos, ya que esta es la única que juzgamos apreciable, y estamos ahí, pendientes, sacándonos los cabellos para ver quién será el próximo a ponerle me gusta o tirar un simple y a la vez nada significativo comentario a nuestra foto, pero para nosotros, es el ápice. Me recuerdo el otro día que casualmente posteé una foto en Instagram que me gustó bastante, y después de algunos días me quejé solito, porque pensaba que merecía más likes de lo que me dieron. Es que es algo que en el momento me pareció absurdo, ¡¿Cómo una fotografía así, digna de museo, apenas alcanzó los 100 likes?!
Evidentemente, la fotografía no era:
1. Digna de museo
2. Motivo para mis quejas.
Hace no más de 75 años, millones de personas morían en las calles y callejuelas de Francia, Alemania, Japón, Rusia y demás en el mayor conflicto bélico de la historia humana, y mi problema hoy en día es la falta de atención que tienen mis fotos de Instagram.
Peter en el video hace mención a la majestad de las montañas, y completando este pensamiento agrego, no solo la majestad, pero la ancianidad de las montañas. Montañas formadas hacen miles de millones de años que estuvieron, están y van a estar en los mismos lugares hasta que nada más esté. Como ya escuché varias veces, somos hormiguitas, polvo generado en una explosión de una estrella hacen miles de millones de años, un nada que tuvo la audacia de juntarse, crecer, construir y vivir. Somos únicos. por lo menos hasta donde se sabe, y aun así dejamos de vivir la vida que tenemos por problemas que en realidad nada más son que un grano de arena en la playa. Un ser humano normal vive en media 79 años, siendo que este numero en algunos lugares puede bajar a los 50. En media dormimos 8 horas por día, lo que significa que a si es que llegamos a los 80 años, habremos pasado más de 26 durmiendo. Un tiempo absurdo si puesto en perspectiva. Pero quedan todavía 54. 54 años de los que posiblemente no tenga ni siquiera recuerdos de por lo menos unos 6. 48. Se está poniendo preocupante ¿no?
El tiempo es la única moneda que solamente tiene una vía. Una vez que se gasta ya no hay vuelta. Nunca podremos revivir un segundo, o retomar una decisión, o dar otra vez un abrazo en una persona querida en una situación específica. Con todo, utilizamos esta moneda con desdén. La invertimos en cosas que no queremos, cuando no podemos, para que otras personas sonrían. Cuando nos damos cuenta, se nos va de las manos, y cuando menos esperamos estamos en bancarrota, sin tener la posibilidad de invertir en lo que realmente queremos.
Cada persona es única en sus haceres y quereres y no hay cristo que lo pueda cambiar, por eso somos tan especiales. Creativos y astutos, fuertes y audaces. Aun así, pequeñísimos problemas de la vida diaria nos ponen en situaciones horribles y queremos llorar, gritar, escabullarnos y estar solos, cuando muchas veces no nos damos cuenta de que el único que puede cambiar esa situación es uno mismo.
Sea quien sea, desde el hombre más rico y poderoso del mundo, hasta el más miserable de los mendigos, o yo, un simple estudiante, las montañas no se recordarán de mí.